En el reto de lectura de este año prometí escribir alguna que otra reseña, así que aprovechando La niña que iba en hipopótamo a la escuela, aquí va la primera porque me gusta Yoko Owaga, al menos los libros que he leído hasta ahora.
Empecé por el más conocido, el que le dio fama en Japón , que acabo convirtiendose en un comic, una película…. La formula favorita del profesor.
Para mi fue una revelación, a los matemáticos siempre nos pintan como bichos raros, fríos e incomprensibles. Y este libro era pura ternura, un anciano profesor con problemas de memoria que solo sabe relacionarse por medio de las matemáticas que es lo que no olvida, y como la persona más inculta llega a comprenderle. ¡Pura ternura!
De ahí pasé a El embarazo de mi hermana, una novela cortita y deliciosamente cruel.
La siguiente fue perfume de hielo, un cambio de registro absoluto, a un libro oscuro y simbólico, que como pasa con este tipo de libros Japoneses, no tengo claro si acabé de entender.
Y así llegue este mes a La niña que iba a la escuela en hipopótamo. Sin saber muy bien que esperar. Como todo lo que había leído de ella, lo mejor con diferencia, la creación del personaje, y su entorno cotidiano. Más que sentir que te están contando una historia, tienes un punto de mirón que espía la vida de alguien desde la ventana. Todo lo que sucede contribuye a construir el ambiente que habitan los personajes , mas que a la trama en si misma. ¿Pero hay una historia? Sí, el año que pasó la protagonista viviendo con sus tíos cuando tenía 13 años.
Lo mejor de la lectura para mi, era preguntarme si esta sería un libro de los tiernos o de los crueles. Y como hasta el final juega con la baza de esa prima adorable, pero débil y enferma de la que solo habla en pasado. No os lo voy a desvelar yo…
PD: En la foto podéis comprobar que la fórmula favorita del profesor también le gusto mucho a mi coneja Miyu. Lo que echo de menos a mi máquina de destruir con orejas.